sábado, 29 de junio de 2013

Rutas con 1.000 años de Historia: San Esteban, Castañares, San Prudencio, Clavijo y Santiago.

A pocos kilómetros de Logroño podemos encontrar varios exponentes de la larga y cambiante historia que estas tierras han pasado durante los últimos 1.000 años, siendo para mi algunos de los sitios más vistosos los que la semana pasada recorrimos: La ermita románica de San Esteban, el Castillo de Castañares, el Monasterio de San Prudencio, el Castillo de Clavijo y la Ermita-Basílica de Santiago.

Ermita románica de San Esteban, en Viguera.
Muralla del Castillo de Castañares, aprovechando una cueva.
Ruinas del Monasterio de San Prudencio en Clavijo.
Castillo de Clavijo.
Basílica de Santiago en Clavijo.
Pero no sólo me gustan por la historia que hay detrás, todos ellos tienen en común estar situados en zonas cuya naturaleza los complementa perfectamente, permitiéndonos visitar todos ellos en dos rutas llenas de grandes vistas y entretenidas sendas.

Peñas de Islallana desde los alrededores de la Ermita de San Esteban.
En la primera ruta uniremos la citada ermita de San Esteban con el castillo de Castañares, pasando por las peñas que se alzan sobre la propia ermita. Comenzamos desde la venta de Paula, dónde pediremos la llave a la santera para poder visitar el interior. Desde allí mismo sale la senda que sube directa con varias revueltas. Aunque estamos a mediados de junio, las flores siguen siendo las protagonistas:


En unos 10 minutos intensos ya alcanzaremos la ermita, restaurada hace unos años lo que permite ver las pinturas de su interior (con linternas, no tiene casi luz natural).



Después de nosotros los niños del colegio de Viguera venían también  a verla, así que les dejamos la llave y continuamos dejando atrás la ermita.


Nos proponemos ahora rodear las peñas y subir a las mismas por el barranco de su cara norte. 


Seguimos sendas poco marcadas y a la hora de pasar el lecho del barranco hay que agacharse para evitar los espinos.


Pincharán mucho, pero estos espinos también tienes unas flores muy bonitas:


Me sigue sorprendiendo la cantidad de flores que encontramos, esta primavera tan lluviosa nos permite que ya casi con el verano comenzado, sigamos disfrutando de un monte verde y florido.

Curiosas flores de "papel cebolla".
Y así, entre flor y flor, vamos subiendo hasta alcanzar el cordal, por el que seguiremos hasta asomarnos al "acantilado".


Y además, desde esta peña que sobresale algo más, podemos ver la ermita a nuestros pies.


Continuamos la marcha, ahora bajando hacia el barranco de Pavía, primero por sendas y luego por una antigua trocha entre pinos y robles.


En las praderas de la parte baja es habitual encontrar ganado, en este caso dos caballos blancos pastan tranquilos la abundante hierba.


El arroyo Pavía baja con mucha fuerza, algo poco habitual pero normal tras esta primavera.


Bajamos por la pista que sigue el barranco hacia Castañares, con las siempre presentes peñas rodeándonos.


Antes de llegar al pueblo, buscamos la senda que nos subirá hacia el castillo, que se presenta oculto entre la abundante vegetación.


El castillo es muy curioso por estar construido en una cueva, lo que realmente lo haría muy difícil de conquistar, más aun cuando tiene un manantial de agua en su interior, puede que esa fuese la clave para su construcción en este lugar.

Muralla del castillo protegiendo la cueva.
Curioseamos entre los restos de las murallas, a veces casi ocultas por la vegetación.


Tras regresar a la pista del arroyo pavía, remontamos un poco y cruzamos al otro lado del barranco bajando a la carretera por sendas entre olivos. Se puede bajar directamente por la pista a Castañares, pero ante la posibilidad de encontrarte los perros que vigilan las fincas, nosotros preferimos rodear un poco. Gran sabor de boca esta ruta de tres horas combinando historia y naturaleza.

Sólo un par de días después repetiríamos esta combinación, en esta ocasión partiendo desde una curva muerta de la carretera del Leza, desde la que cogemos una pista que sube junto al barranco de barguilla. De nuevo tenemos otro día gris a pesar de ser mediados de junio.


Pronto dejamos la pista para continuar por una empinada senda, con las ruinas de San Prudencio ya a la vista.


Aquí la primavera tan larga ha hecho crecer de forma descontrolada a todas las plantas de temporada, que ahora suben incluso por encima de nuestro hombro y casi tapan la senda.


Nos dedicamos a "callejear" un poco entre las ruinas, aunque la cantidad de vegetación lo pone complicado y hay zonas por las que ya cuesta moverse.



Todo lo que queda de lo que fue un gran monasterio durante casi 1000 años son muros sueltos, podéis leer algo de su historia en la web del ayto. de Clavijo: Monasterio de San Prudencio.


Dejamos atrás el monasterio para continuar hacia nuestro siguiente objetivo: la ermita de Santiago, subida en la escarpada ladera del monte Laturce.


Subimos por la senda que hace unos años el ayuntamiento de Clavijo decidió "arreglar", en lo que para mi fue un error que le quito parte de su encanto salvaje y natural.


Ahora con el tiempo la naturaleza va recuperando terreno, pero nunca volverá a ser cómo era porque metieron una excavadora pequeña que levantó toda la tierra y dejó el terreno mucho peor de lo que estaba, antes esa senda no hacía nada de barro porque era de piedritas y tierra muy compactada y ahora tenemos tierra blanda que en las zonas empinadas se está lavando y formando roderas. Una pena porque aunque la intención del ayuntamiento era buena, el desconocimiento a la hora de hacer el trabajo de recuperación de la senda ha hecho que el resultado no sea el mejor. Aun así, es una senda que sigue mereciendo mucho la pena conocer.


Y mientras pensaba esto llegamos al collado desde el que se nos abre la vista al castillo y todo el valle que domina. 


Con el verdor que ha cogido todo tras esta húmeda primavera cualquiera diría que estamos ante un castillo de Escocia, jeje. Continuamos subiendo y tras un tramo asfaltado enseguida estamos en la Real Básilica de Santiago, restaurada hace ya 70 años en un ejemplo de buena conservación del patrimonio.


Si estás aquí me parece imprescindible subir hasta la cima del monte Laturce, que se distingue desde la distancia por la cruz que la señala.


Una empinada senda nos llevará hasta allí desde la ermita, llegando hasta la misma cruz dónde también hay un altar.


Las vistas desde aquí son tremendas, se domina el valle a vista de pájaro.


Tras el correspondiente almuerzo y parada, tenemos la suerte de empezar a ver el sol abrirse paso, acompañándonos en el descenso.


Para regresar al coche hay varias alternativas, como queremos alargar un poco la ruta vamos a pasar hacia el barranco de Barguilla por caminos y sendas variadas, pero todas con el verde y las flores como denominador común en esta época.


Tras cruzar el barranco subiremos un poco hasta coger la línea de cumbres, que nos deja buenas vistas a esa gran muralla natural que son las peñas de Leza.


Desde aquí seguiremos bajando, siendo también un buen mirador desde el que observar cómo se han camuflado las ruinas del monasterio entre las laderas del monte laturce.


Ya sólo queda bajar al barranco junto a la fuente del Piojo y tras cruzarlo, regresar al inicio por el mismo camino de partida. Otra buena ruta para disfrutar de la primavera y la montaña con una historia milenaria como telón de fondo.


martes, 25 de junio de 2013

Aínsa Zona Zero: Llegamos al "Coño del Mundo"

Para nuestro segundo día de San Bernabé en Ainsa teníamos claro cual era el objetivo, la ruta 20 del centro  BTT, novedad de este año con el atractivo principal de ver las pozas y cascadas del barranco de Sieste:

"El coño del mundo", como lo llaman los locales, un nombre llamativo para un lugar de cuento.
Pero antes de llegar a esa poza hay que darle a los pedales un poco. Nosotros hacemos la versión corta de la ruta por ser el segundo día, y partimos de "Casa Matías", un caserío junto al río Sieste en su parte baja. Cruzamos el río al poco de salir como primera toma de contacto con él, luego serían muchas más las veces que lo cataremos, y no sólo con las ruedas.


Subimos por una pista dirección Morcat, y al coger altura empezamos a disfrutar de las vistas.


Tras algo más de una hora de pedales llegamos a la cima de hoy, el pueblo abandonado de Morcat, un lugar mágico por sus vistas y la imagen de las ruinas de su iglesia:


Óscar y yo ya habíamos estado aquí en nuestra primera ruta en Ainsa hace un año, pero Diego no lo conocía y quiso darse una vuelta por las ruinas que quedan entre la vegetación.


Tras la obligada parada, vamos a afrontar la bajada más fuerte del día, calificada como "negra" por el centro BTT, nos llevará desde este pueblo hasta el barranco por una senda muy dificil pero a la vez divertidísima!

Foto de Óscar.
Senda lenta, llena de escalones, piedras y curvas cerradas, y también combinaciones de todo!

Foto de Óscar.
Perdemos altura muy rápido, no hace falta dar ni un pedal porque la pendiente es más que suficiente para no dejar el freno quieto:



Y tras este bajadón llegamos al barranco, y volvemos a salpicar sus aguas:


Tras este tramo de río aparentemente tranquilo, se esconde una caída de agua considerable, nos asomamos y descubrimos que nuestro objetivo ahora es bajar ahí abajo:

El "Coño del Mundo" desde arriba.

Hacerlo no será fácil, ni rápido, de momento tras cruzar el barranco nos alejamos todavía montados en la bici en dirección a otro barranco secundario.

Foto de Óscar.

Tras cruzar este segundo barranco en breve una señal nos aconseja dejar las bicis y seguir a pié. Le hacemos caso y continuamos a pie, bajando por una senda en la que ciertamente no es recomendable meter la bici. En pocos minutos estamos en el cauce del barranco, y bajo nuestro pies otra poza a la que daban ganas de saltar.


Pero no es la que buscamos, remontamos un tramo el cauce del barranco, ahora ya si el de Sieste, y por fin vemos el objetivo:

¡¡Últimos pasos!! Foto de Óscar.
La emoción se apodera de nosotros, y tras hacer unas pocas fotos rápidas, entramos en la carrera por desnudarse y lanzarse al agua, de cabeza y sin anestesia!


El agua estaba fría, muy fría! Pero el momento bajo la cascada no me lo perdía por nada!


Aprovechamos la parada para comer algo mientras nos secamos al sol. El día era perfecto con calor pero sin demasiado agobio. Tras disfrutar un buen rato allí de la traquilidad y soledad del lugar, toca volver a la ruta. Deshacemos el camino hecho a pie y recuperamos las bicis, regresando al punto en el que habíamos cruzado por primera vez el barranco principal.


Ahora por la orilla derecha del barranco vamos a seguir una senda bastante técnica por su estrechez y también dura por sus continuas subidas y bajadas fuertes, el montainbike no se ha acabado por hoy ni mucho menos.


Tras tramos más suaves también tenemos algunos pasos para ponerse a prueba:

Foto de Óscar.
La senda llega a bajar al cauce del barranco, que nos sigue mostrando pozas para perderse:


No sólo pozas, este barranco tiene unos muy curiosos "toboganes" que ni el mejor acuapark ;)


Y nosotros tenemos que cruzar por uno de estos!


Si no le tuviese tanto aprecio a la bici están para dejarse caer por la rampa hasta la poza, jaja. Desde aquí vamos empalmando sendas con algún tramo de pista y algunas subidas, por supuesto sin dejar de cruzar más barrancos...

Foto de Óscar.
Las sendas son ya más sencillas, aunque las subidas se hacían duras por el calor. Pronto dejaremos la senda para bajar directos a Casa Matías, nuestro inicio, por una corta pero divertida senda que es buen remate a esta ruta.


Aunque el remate de verdad sería lo que vino después, y es que con el calor que hacía no podíamos despedirnos de este barranco sin darnos otro homenaje, primero rodando por el mismo lecho del río...


Y cuando encontramos unas pozas adecuadas, retozando de nuevo en sus aguas, que aquí ya estaban a una temperatura muy buena para bañarse. Perfecto fin de fiesta para esta ruta 5 estrellas, sin duda una de las mejores del centro BTT.