martes, 25 de junio de 2013

Aínsa Zona Zero: Llegamos al "Coño del Mundo"

Para nuestro segundo día de San Bernabé en Ainsa teníamos claro cual era el objetivo, la ruta 20 del centro  BTT, novedad de este año con el atractivo principal de ver las pozas y cascadas del barranco de Sieste:

"El coño del mundo", como lo llaman los locales, un nombre llamativo para un lugar de cuento.
Pero antes de llegar a esa poza hay que darle a los pedales un poco. Nosotros hacemos la versión corta de la ruta por ser el segundo día, y partimos de "Casa Matías", un caserío junto al río Sieste en su parte baja. Cruzamos el río al poco de salir como primera toma de contacto con él, luego serían muchas más las veces que lo cataremos, y no sólo con las ruedas.


Subimos por una pista dirección Morcat, y al coger altura empezamos a disfrutar de las vistas.


Tras algo más de una hora de pedales llegamos a la cima de hoy, el pueblo abandonado de Morcat, un lugar mágico por sus vistas y la imagen de las ruinas de su iglesia:


Óscar y yo ya habíamos estado aquí en nuestra primera ruta en Ainsa hace un año, pero Diego no lo conocía y quiso darse una vuelta por las ruinas que quedan entre la vegetación.


Tras la obligada parada, vamos a afrontar la bajada más fuerte del día, calificada como "negra" por el centro BTT, nos llevará desde este pueblo hasta el barranco por una senda muy dificil pero a la vez divertidísima!

Foto de Óscar.
Senda lenta, llena de escalones, piedras y curvas cerradas, y también combinaciones de todo!

Foto de Óscar.
Perdemos altura muy rápido, no hace falta dar ni un pedal porque la pendiente es más que suficiente para no dejar el freno quieto:



Y tras este bajadón llegamos al barranco, y volvemos a salpicar sus aguas:


Tras este tramo de río aparentemente tranquilo, se esconde una caída de agua considerable, nos asomamos y descubrimos que nuestro objetivo ahora es bajar ahí abajo:

El "Coño del Mundo" desde arriba.

Hacerlo no será fácil, ni rápido, de momento tras cruzar el barranco nos alejamos todavía montados en la bici en dirección a otro barranco secundario.

Foto de Óscar.

Tras cruzar este segundo barranco en breve una señal nos aconseja dejar las bicis y seguir a pié. Le hacemos caso y continuamos a pie, bajando por una senda en la que ciertamente no es recomendable meter la bici. En pocos minutos estamos en el cauce del barranco, y bajo nuestro pies otra poza a la que daban ganas de saltar.


Pero no es la que buscamos, remontamos un tramo el cauce del barranco, ahora ya si el de Sieste, y por fin vemos el objetivo:

¡¡Últimos pasos!! Foto de Óscar.
La emoción se apodera de nosotros, y tras hacer unas pocas fotos rápidas, entramos en la carrera por desnudarse y lanzarse al agua, de cabeza y sin anestesia!


El agua estaba fría, muy fría! Pero el momento bajo la cascada no me lo perdía por nada!


Aprovechamos la parada para comer algo mientras nos secamos al sol. El día era perfecto con calor pero sin demasiado agobio. Tras disfrutar un buen rato allí de la traquilidad y soledad del lugar, toca volver a la ruta. Deshacemos el camino hecho a pie y recuperamos las bicis, regresando al punto en el que habíamos cruzado por primera vez el barranco principal.


Ahora por la orilla derecha del barranco vamos a seguir una senda bastante técnica por su estrechez y también dura por sus continuas subidas y bajadas fuertes, el montainbike no se ha acabado por hoy ni mucho menos.


Tras tramos más suaves también tenemos algunos pasos para ponerse a prueba:

Foto de Óscar.
La senda llega a bajar al cauce del barranco, que nos sigue mostrando pozas para perderse:


No sólo pozas, este barranco tiene unos muy curiosos "toboganes" que ni el mejor acuapark ;)


Y nosotros tenemos que cruzar por uno de estos!


Si no le tuviese tanto aprecio a la bici están para dejarse caer por la rampa hasta la poza, jaja. Desde aquí vamos empalmando sendas con algún tramo de pista y algunas subidas, por supuesto sin dejar de cruzar más barrancos...

Foto de Óscar.
Las sendas son ya más sencillas, aunque las subidas se hacían duras por el calor. Pronto dejaremos la senda para bajar directos a Casa Matías, nuestro inicio, por una corta pero divertida senda que es buen remate a esta ruta.


Aunque el remate de verdad sería lo que vino después, y es que con el calor que hacía no podíamos despedirnos de este barranco sin darnos otro homenaje, primero rodando por el mismo lecho del río...


Y cuando encontramos unas pozas adecuadas, retozando de nuevo en sus aguas, que aquí ya estaban a una temperatura muy buena para bañarse. Perfecto fin de fiesta para esta ruta 5 estrellas, sin duda una de las mejores del centro BTT.


miércoles, 19 de junio de 2013

¿Ya casi verano? No en "La mesa de los Tres Reyes"

Este sábado me invitaron a volver a Pirineos, pero en esta ocasión para subir a una de sus cimas más conocidas, La Mesa de los Tres Reyes (Hiru Erregeen Mahaia en vasco), 2.444 m.

Afrontando el final de la ascensión con el pico a la vista.
Partimos desde el Refugio de Linza, rodeado de hayedos y pastos verdes, por los que la senda sube con fuerza dirección al puerto viejo que conectaba con Francia.


Pronto empezamos a ver las imponentes cimas que nos rodean, resaltadas por la todavía abundante nieve.


En esta parte inicial las praderas abundan y los arroyos bajan con buen caudal por el deshielo. Muy agradable subida.


El cielo se cubre a ratos con nubes que llegan a amenazar, pero finalmente pasó todo el día y no nos mojamos.


Somos un grupo de 5: tres riojanos y dos madrileños; pero esta senda la siguen decenas de personas más. Para mí es una sensación extraña porque en mis rutas habituales por La Rioja la soledad es lo habitual en el monte.


Conforme nos acercamos a los 1800 m de altura, los neveros comienzan a ser abundantes, en este María se atreve a pasar por encima del arroyo. A alguien le tocará "meter la pata", nosotros lo libramos ;)


La senda se empieza a hacer menos evidente y algún tramo nos desvíamos para evitar la nieve.


Es hora de echar una mirada atrás y de parar a coger fuerzas:


Cómo cambia el paisaje cuando lo que miras es hacia adelante: ya vemos la cima al fondo, pero el verde es sustituido por el blanco.


Hemos abandonado la senda que sube por el puerto antiguo a Francia, ahora tenemos que bajar un tramo para acercarnos a las laderas de la mesa y afrontar su ascenso. Aquí se empiezan a echar de menos unos esquís...


Se hace lento andar por la nieve, siempre procurando seguir las huellas de otros para no ir hundiéndote tanto. Aun así avanzábamos despacio y aunque sólo teníamos 3 km por delante, nos llevó casi dos horas completarlos.


Conforme nos acercamos al pico, entramos en un valle totalmente nevado desde el que vemos todo el trayecto que nos queda salpicado de gente que sube o ya baja, marcando el camino.


La parte final de ascenso por nieve es la más dura:


Y aun nos quedaba subir a la cresta por un nevero que rondaba los 45º de inclinación, dónde nuestro compañero más experimentado José Ramón se curró unas buenas "escaleras" en la nieve que nos permitieron subir a todos sin más problema que el cansancio. Poco a poco!


Al llegar a la cresta se nos abren las vistas a los valles navarros, dónde se ve la niebla en las partes bajas, suerte que no nos ha tocado.


Cogemos la cresta y dejamos ya la nieve para andar por roca. Las vistas son sensacionales, pero nos queda un tramo sin senda y bastante roto y duro.


Y por fin, tras muchas horas, la cima!


Curiosa estatua en la cima del copatrón de Navarra y patrón de los deportistas San Francisco Javier, colocada allí en 1955. Y no estaba sóla, junto al buzón típico también había una réplica muy chula del castillo de Javier:


A los pies de la montaña y en su cara norte, ya en Francia, podíamos ver el "lac du lhurs", con un gran mar de nubes tapando más abajo todos los valles.


Disfrutamos de la cima durante un buen rato, pero el viento y el consiguiente frío hacían recomendable buscar otro sitio más resguardado para comer, así que nos despedimos de San Francisco y empezamos a bajar volviendo atrás sobre nuestros pasos.


Tras bajar la zona más complicada paramos a devorar el bocadillo, las gominolas, el chocolate, las almendras, las barritas y todo lo que haya en las mochilas. Yo ya había agotado el agua así que tiramos de nieve, que esa no falta. No se el rato que nos ha costado llegar a este punto pero son muchas horas. Y nos queda por delante deshacer el camino durante varias más. Eso sí, esta vez la nieve es un aliado para bajar con un estilo poco profesional pero muy divertido y sobre todo ¡rápido!.


Bajamos a buen ritmo por la nieve, pero sufrimos en los tramos de subida y llano que nos quedaban hasta el collado de Linza. Desde aquí la nieve deja de ser la norma y volvemos a pisar tierra firme, notando cómo el transcurrir de las horas ha hecho que el deshielo se acelere y empape aun más la senda.


Poco a poco perdemos la altura mientras las luces del atardecer iluminan las praderas y el bonito arroyo que las recorre.


En poco rato más llegamos al refugio y podemos descansar los pies. Ha sido un gran día de montaña que a pesar del esfuerzo, deja un grandísimo recuerdo de paisajes y belleza natural. Y también un bonito reto superado, muy recomendable.